martes, 26 de marzo de 2013

Rinconete y Cortadillo

La obra comienza cuando los dos personajes principales Pedro del Rincón (Rinconete), y Diego Cortado (Cortadillo), están en la venta del Molino, entre Castilla y Andalucía, un día caluroso de verano. Iban los dos muy mal vestidos, con ropas semirrotas y sucias. Se presentaron entre ellos y demostraron uno al otro la habilidad que les caracterizaba; la de Rinconete ganar a dinero a los naipes y la de Cortadillo coser (con sus derivados). Contándose sus historias descubrieron que los dos se habían ido de casa aunque Rinconete para gastar el dinero que le robó al padre y Cortadillo para desempeñar su oficio en Toledo. De esta manera decidieron no separarse y convertirse en amigos ya que podrían necesitarse el uno al otro. Más tarde creyeron conveniente ir a Sevilla para ganarse la vida dónde, casualmente una caballería de mercaderes se dirigía, así que les llevaron. Una vez allí, Rinconete y Cortadillo, robaron todo lo que pudieron a las personas que les habían llevado hasta Sevilla y se escaparon para “vivir a su aire”. Encontraron un oficio que utilizaron como tapadera para realizar sus pequeños robos por el mercado hasta que un mozo esportillero les vio. Éste mozo les advirtió que debían registrarse en la cofradía de Monipodio para no tener problemas, por lo que lo hicieron sin dudarlo. Una vez allí, en la casa de Monipodio, se presentaron a y compartieron con él sus respectivas historias. Al oírlas Monipodio, le llamó especial atención sus edades por lo que, como consecuencia de éstas, decidió llamarles Rinconete (Rincón) y Cortadillo (Cortado). En ésta casa vivieron multitud de historias, como la que le ocurrió a Juliana de Cariharta. Ésta llegó llorando y magullada a la casa de Monipodio, éste la tranquilizó y ello le contó que su pareja, Repolido, la había llevado a unas tierras para intentar violarla, pero al resistirse, le pegó varias veces hasta que la dio por muerta. Pero ya sana y salva, su compañera la Gananciosa y demás amigas la curaron y la dejaron descansar. Al poco rato Repolido acudió a casa de Monipodio para reclamar la presencia de su cónyuge ya que se había enterado de que estaba allí. Gananciosa y Monipodio, muy enfadados, no le permitían entrar pero Cariharta, que le oyó, suplicó que le dejasen entrar; por lo que aceptaron a regañadientes. Repolido se disculpó y se mostró muy arrepentido por lo que fue perdonado. Después, Monipodio pidió a uno de los muchachos que le leyese un libro que recopilaba todos los planes y todas las hazañas que tenían planeadas él y sus compañeros de “oficio”, para repasar si les faltaba alguna tarea por concluir. Se dieron cuenta que una estaba aún sin finalizar y aprovechando la presencia del personaje que debía desempeñarla, Monipodio le llamó la atención, pero no le dio más que excusas para no acabarla. Más tarde, Monipodio encomendó a Rinconete y Cortadillo sus correspondientes distritos porque consideraba que ya estaban preparados para desempeñar el oficio como cualquiera de sus compañeros. Esos distritos se los enseñó Ganchoso, quien les dio algunos consejos; y por otra parte todos acabaron felices porque Cariharta se amigó con Repolido y las amigas de ésta, como Gananciosa, encontraron alguien con quien compartir sus aventuras. Al final Rinconete habla de todas las observaciones que ha hecho y que le han llamado la atención. Le asombraba e, incluso, le daba risa los vocablos que utilizaban Monipodio y la gente de su alrededor. También le sorprendía que estas gentes estuvieran convencidas de que iban a ir al cielo, sin darse cuenta de que cometían una gran cantidad de hurtos y estafas, nada parecido al que Rinconete tenía de una persona válida para acabar estando al lado de Dios.

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